“¡Estás igual… Dorian Gray!” La permanencia de lo idéntico, para el ser humano herido de tiempo, no escatima rituales para el conjuro de lo inevitable. Tornar previsible el afuera con maniobras de adentro. Apostar a los mismos amores, melodías, acciones y colores para siempre. Y también chocar contra las mismas piedras, o empujarlas hacia el abismo para volver a empezar ante inevitable caída como Sísifo –a quien Camus nominara en su ensayo Le Mythe de Sisyphe: “héroe absurdo definitivo”–. El Sísifo mitológico –tanto como Prometeo por su astucia– hizo enojar a los dioses. Castigado fue condenado a la ceguera y a empujar un peñasco gigante montaña arriba hasta perderlo en su rodada hacia el valle. “Volver a empezar” para no ver y quedar en idéntica posición.
Mas la repetición confunde como este sencillo acertijo para el lector: “¿Cuántas veces puede restarse 10 de 100?”… (Conjeturemos más allá de la apariencia).
Desde el lugar del analista, la abundancia de intervenciones que puntúan lo reiterado pierde efectividad, resultan un mal cálculo… y allí donde la sorpresa brilla por su ausencia, oscurece. Escribía Cortazar en Rayuela: “Uno cree que va a explicar algo, y cada vez es peor. La explicación es un error bien vestido”. Evitar caer en la celada que sin saberlo tiende el consultante, será producto de una posición activa, analítica y dificultosa.
Aquello que insiste reforzando el obstáculo bajo idéntico accionar, deja migas de pan en el camino de un análisis para poder hacer algo distinto con “las piedras”. Si bien es cierto que repetir es callar algo, al mismo tiempo ¡dice! ¡Repide! Insiste en el punto donde “el antes” se pronuncia aunque carezca de palabras. Ocurre con la teoría: “lo que retorna” en Nietzsche, en Freud, en Lacan, también permite nuevas lecturas. Lo “nuevo” en lo “viejo”.
Ah, la respuesta a la adivinanza: “¡una sola vez!” (la segunda deducción no parte de 100 sino de 90). Cuando el analista puede computar “lo que resta” sin internarse en la linealidad del discurso –propio y ajeno– la búsqueda intenta una despedida de lo definitivamente circular y absurdo que autoextranjeriza al sujeto. Para que el “eterno retorno” sea solo un mito. n
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